Puente de Mayo en Cervera de Pisuerga

Os trataré de relatar en esta entrada mi viaje a Cervera de Pisuerga, también os adjunto un video de algunas cosas que hicimos….

El viaje empieza un tiempo antes, cuando mi amigo Alberto me ofrece la posibilidad de ir el puente de mayo con el un amigo suyo, Carlos, sus novias y su padre, Alberto padre. Le dije que si, me venía bien para ver si podía encajar un par de docus, uno de caza y otro de pesca, casi…

Pues bien, quedo con Alberto padre, al que no conocía de nada, a las ocho de la mañana del martes 29, por eso de no coger trafico, salimos un día antes.  Lo primero que me pregunta es si me gusta conducir, lógicamente le digo que “no me importa, ando todo el día para arriba y para abajo” y me dice que perfecto que  después  de Ángelus suele entrarle sueño. Subo mis cosas a los pequeños huecos que quedan por el coche y salimos.

Primera parada para tomar café y terminar de cargar las neveras que llevaba medio llenas con varios pollos de el Cuervo, un pueblo de Sevilla. La compra fue lo típico, diez presas, cuatro lomos ibéricos y unos choricillos… pero se nos olvidó la panceta… bueno no pasa nada porque Guijuelo nos pillaba de camino.

Dueño de una empresa de productos fitosanitarios, vamos alegremente charlando de campo, con algún que otro comentario de lo bien que lo vamos a pasar, Mili tal…, mi primo Chucho… el lechazo… etc.

Segunda parada como no, en Guijuelo, donde preguntamos a una simpática señora donde podíamos comprar una buena panceta. Vamos a la tienda y vemos una pieza estupenda que la dependienta corta en dos y pregunta; -¿Qué parte prefiere el señor? – Las dos por supuesto. Volvemos al coche  metemos las pancetas como podemos en la nevera, ahh y de paso también nos llevamos tres papadas curadas, que tenían buena pinta. Entre pitos y flautas llevábamos tres cuartos de cochino en el coche. En Guijuelo, que ya era hora del Ángelus así que nos acercamos al bar Antonio donde ponen un Salchichón y un choricito extraordinario, mejor si se acompaña de un vino, pero yo mejor me tomo una coca-cola que ya me estaban  sonando las llaves del coche en el bolsillo.

Apuramos la tapa de salchichón y de nuevo en la autovia que nos llevaba directa al paraíso. Teniamos una comida organizada en Valladolid con unos amigos de Alberto pero se ha suspendido, así que seguimos hasta Cigales donde hay un mesón al que Alberto fue hace unos 20 ó 30 años, después de buscar un poco, dimos con el y entramos para comer algo rico. Esparragos de Tudela y chuletitas de lechal lechal lechal lechal lechal, y regado todo por un vino denominación de origen Cigales aunque yo solo me mojé los labios que la llaves seguían en mi poder.

De vuelta a la carretera mi copiloto se dejo caer un ratito y ya empecé a intuir lo que vendría a la noche. Por supuesto aun quedaba la parada del cafe. La del desayuno, la del Ángelus, la de la comida y por supuesto la del café, en este caso en Herrera de Pisuerga. A escasa media hora del destino final, donde nos esperaba Mili, un viejo amigo de Alberto.

Mili nos estaba esperando en la entrada de Casa Robles, el hostal donde nos quedamos a dormir, al lado de la plaza y de la armería y regentado por unas familias encantadoras. Eran las siete de la tarde cuando llegamos, unas diez horitas con cinco paradas no está mal, no señor. Para celebrar la llegada nos tomamos un Gintonic de los de antes, hielo, ginebra, tónica y una rodaja de limón.

Mili es un empresario de la zona que tiene a una alimaña por hijo, Pablo que con 17 años ha cazado mas corzos que el padre mas lobos que el rey y ha pescado mas truchas que yo.

Después de Gin empezamos a entregar la mercancía, una presa para ti, otra para el, otra para aquel y así hasta que llegamos a una pedanía llamada Ruesga, donde vamos buscando el refugio, un bar donde se puede ver el fútbol, beber buen tinto y comer buena cecina, pero estaba cerrado, así que nos vamos al bar de al lado. Un tugurio de techos bajos, luz tenue y un grupo de parroquianos de los mas pintoresco. por supuesto Alberto padre era intimo de todos, unos fenómenos, nos pedimos unos tintos y empezamos a ver el fútbol, Bayern- Real Madrid, eran un poquito anti-Guardiola, dejemoslo en eso, así que tras el partido nos fuimos a la plaza de Cervera al bar mas culé del pueblo a dar un bastante por saco al dueño! Y por fin al la cama después de un día muy completo.

Como estábamos solos Alberto padre y yo, decidimos dormir juntos para no hacer mas gasto. Cuando me hace la siguiente pregunta, -Enrique, tu no roncarás, no? – Que va que va, el que me da miedo eres tu, Alberto. – Tu tranquilo que yo tampoco ronco.

Era evidente que mentía, un señor de 60 años de 1,88 de altura y unos 99 kilos de peso mas  dos botellas de tinto, una de blanco y tres Gintonics en el cuerpo es imposible que no ronque. Eran las 00:30 y tarda mi buen compañero de viaje unos siete segundos en empezar a respirar profundamente, aun así al cabo de 15 minutillos me quedo yo también dormido… tres horas mas tarde oigo algo así como unas cantatas de Bach, y vuelvo a quedarme dormido… dos horas después escucho que está sonando beethoven, pero no el compositor, sino el grupo de heavy metal que escuchaba mi vecino de cuarto en el colegio mayor. Al cabo de 15 minutos chasqueando con la boca por si le daba por apagar la radio, decide darse la vuelta y apuntar hacia mi lado, cosa que no pude soportar y le alargue la mano para darle una galleta como la que le daba a su hijo cuando se portaba mal, pero me cazó el muy astuto y se dio la vuelta para callarse durante el resto de noche y dejarme descansar al menos un par de horitas.

A la mañana siguiente la pregunta de rigor. – He roncado? – No que va, lo típico. Y quedó ahí la cosa. Habiamos quedado con Quico, un amigo de Alberto para subir al puerto de PiedrasLuengas donde se puede contemplar de maravilla los Picos de Europa (en esta parte empieza el video), después el Ángelus por supuesto en al venta Pepín donde hay un chorizo frito cojonudo. Quico nos enseñó todo aquello muy bien, el Desfiladero de la Hermida,  Peña Vieja, el Camino de los Rojos, el Pico de los tres Mares y la Venta Pepín por supuesto. De ahí nos fuimos a tomar un verdejo a la plaza donde nos esperaban Chucho, Ernesto y Mili. Tres vinos mas tarde vamos a comer a casa de Mili, pero sin Mili que tenía una comida con unos señores. Pili su mujer nos había preparado una cola de toro con una botella de Muriel al lado que se merecía un siestón de pijama y orinal, pero Pablo quería enseñarnos el nacimiento del Rio Rivera. Un espectáculo, no tiene otra palabra, rodeado de una pradera llena de rojillas (un tipo de seta) con unas piedras donde hay una poza de la que sale agua a borbotones de ahí a una pequeña cascada y el río rivera afluente del Pisuerga y dueño de las truchas mas ricas del planeta (aunque no las pude probar porque ya está prohibido).

Después de esta intensa jornada, mas fútbol, Atl Madrid- Chelsea, partidazo y si es con una botella de vino al lado con un queso picón y caña de lomo pues imagina… Alberto padre estaba pletórico, una jornada redonda y a punto de que llegara su hijo con la compañía, venían de Madrid y calculaban que sobre las 23:30 estarían por allí. efectivamente llegaron a su hora, los correspondientes abrazos y besos y a cenar, bueno ellos, porque yo con el queso y demás estaba lleno. Como había que organizar el jueves por la mañana Mili el “cazador blanco” esperó también la llegada de Alberto hijo. 6:30am fue la hora de cita para buscar el corzo palentino. Torpe de mi, seguí durmiendo con Alberto padre, pero esta vez tenía un as en la manga, como el cuarto era grande, desplacé la cama un metro y me fabriqué unos tapones con papel, y oye funcionó a la perfección, o eso, o estaba tan reventado que caí rendido.

A las 6:25 am me puse el despertador, tenía todo listo y a los cinco minutos ya estábamos en el coche Mili, Pablo, Alberto y yo. Fuimos a Aguilar de Campoo donde tienen un coto a buscar el deseado corzo, cosa que hicimos a los ocho minutos de entrar, bajamos del coche, subimos una lomita para acercarnos y (ver el video)…. en fin no siempre salen las cosas como uno desea. Así que volvemos al coche para ir a otra zona del coto por si vemos mas corzos, y sí vimos alguno pero ninguno digno de tirar, luego a eso de las diez de la mañana volvimos a Cervera dando un pequeño rodeo para ver el coto de pesca que teníamos para la jornada del sábado,  tenía un pintón, mucha agua pero precioso, Quintana Luengos. Barbacoa descanso y segunda oportunidad al corzo, eso fue lo que hicimos durante el jueves, desgraciadamente tampoco vimos ningún corzo digno. A la noche mas fútbol, está vez el Sevilla-Valencia, Así que nada mas terminar nuestra infructuosa búsqueda del corzo nos fuimos a despejarnos con unos vinos al Refugio de Ruesga y ver el fútbol.

Durante la noche (sigo durmiendo con Alberto padre) me separo otro métrico mas, no se, veia yo a D. Alberto roncador esa noche. De nuevo a las 6:30 cita con Mili para buscar el corzo, esta vez en otro coto, la suerte fue la misma, unas cuantas hembras y poco mas. Después del corzo nos fuimos a Herrera de Pisuerga, Alberto padre, Reyes la novia de Alberto y yo para comprar una morcilla especial y unos chorizos riquísimos. Buen material que estoy disfrutando un par de semanas después aquí en el sur para recordar el estupendo puente que pasé en Cervera. A la vuelta de Herrera fuimos a comer a casa de Chucho, lo he nombrado pero no hemos hablado de él. Chucho es primo segundo de Alberto padre vive en Cervera y dedica la mayor parte del tiempo a su hija, su finquita en Aguilar, a sus capones y a guisarlos, y como los guisa, madre mía. Aficionado a la pesca a mosca, para los paisanos de allí, el látigo y a la caza en mano estuvimos un rato charlando de perros y moscas. La comilona que nos preparó fue de esas que uno no olvidará jamas, cangrejos de río, setas con jamón (para mi gusto les sobraba el jamón) y un pinto asturiano del que se comía hasta la cresta! ya creo que sobra decir que había todos los tipos de zumos extraibles a la uva. Después de este homenaje unos decidieron descansar otros decidimos tomarnos un orujo casero con el que te quitas el anorak en en las Islas Lofoten. Y de repente, el corzo, con la barriguita llena ya se me había olvidado que hay que buscar el dichoso corzo, pero de nuevo sin éxito entre otras cosas porque Alberto padre con Rogelio otro amigo de la zona deciden dar un paseo por el coto en el coche a ver si ven algo, y si vieron vieron si, pero nosotros no.

Siempre no quedará el Refugio, y allí volvemos cuando oscurece en Cervera. Hoy tenemos de cena espárragos, queso y poco mas, la verdad que después del homenaje de Chucho poco podíamos comer ya, eso si el whisky entraba de lujo, pero otra vez escuché por ahí, ¿el corzo? y de nuevo a las 6:30am. Hoy sábado era supuestamente día de pesca, pero dicen que aquí las truchas pican a medio día, así que nos vamos de nuevo a por el corzo y vimos uno si señor, pero tan poco tiempo que fue imposible localizarlo y perdimos la mañana con el.

Yo estaba deseando llegar al Roble para cambiar el equipo de caza por el de pesca, Chucho me dio unas moscas de esas de “pesca segura” y yo me dejé en la armería Monterrubio mas de lo que tengo en moscas. Carlos el amigo de Alberto y que está echando un puente agradabilísimo con su querida Carlota prefiere ir a pescar a otro sitio, la clásica charca de truchas arcoiris y garantizarse así las capturas. Así pues nos vamos al coto Quintana Luengos con el resto del equipo mas Chucho y Ernesto que lleva entre sus manos un bote de bonito en aceite hecho por él que casi no merecía la pena pescar y tirarse en la pradera con la bota de vino, el pan y el preciado bonito! Aun así hicimos el esfuerzo, preparamos las cañas y nos echamos al río y ojito con el rio, pffff, vaya fuerza llevaba el jodio hay que andar con pies de plomo si no quieres ser arrastrado por la corriente. Desgraciadamente el viento es fuerte y para pescar a mosca es difícil, aun así nada mas entrar Alberto saca una boga que le anima mucho, a mi sin embargo me entran las prisas por pillar algo cuanto antes, empiezo a enganchar, cambiar moscas…. En todo el primer tramo cero patatero, la cosa pintaba muy mal. Así que hacemos una parada para tomar un vino, un poco de queso y coger algo de fuerza. Justo llega Pablo con su caña de spinning y la boyita clásica de moscas, ni viento ni gaitas este maricón se va a hartar! en fin es lo que hay, nosotros a lo nuestro.

La segunda parte el rio está mas espesa y hay que dar un salto hacia delante para llegar a una tabla con muy buena pinta, nos bajamos y al poco veo como sube un pececillo a la ninfa, zas, lo clavo y saco mi primer pez! una trucha de 22cm, que maravilla, que alegría. Ya podía estar tranquilo, había pescado y ademas una trucha. Seguimos adelante y lanzando perpendicular a la corriente muy atento de la mosca empezaron a entrar bogas, una tras otra. Cierto que no era la idea inicial pero para como estaba yendo el día no podía estar mas contento. Llegando al final de este tramo, se hacia algo mas profundo y con rocas mas grandes con tan mala suerte que choqué con una perdí el equilibrio y haciendo malabares con la caña acabé con el vadeador lleno de la fría agua del Pisuerga! Evidentemente la jornada se había acabado y no serían mas que las cuatro de la tarde, cuando empezaba a funcionar la cosa, que mala pata.

Tanto como decir se acabó la jornada, no, se acabó la jornada de pesca, la de caza empezaba a las 7pm. Duchita caliente para coger cuerpo, bocadillo de jamón y al coto de nuevo. Yo creo que por no hacernos el feo los corzos ni se prestaron a aparecer, solo vimos dos hembras en toda la tarde, así que de nuevo al Refugio para cenar unos caracoles y unas extraordinarias truchas que trajeron Carlos y Carlota, por supuesto se pusieron púos de pescarlas, su único limite eran los treinta euros que llevaban en el bolsillo que si no dejan la laguna sin truches.

Última jornada, y por supuesto corzo, de nuevo y por cuarto día consecutivo quedamos a las 6:30 en el Roble. Pablo no viene hoy, vamos solo Mili, Alberto y yo. Desgraciadamente el día se presenta con niebla y podemos hacer poco, con los prismáticos se ve aun menos que sin ellos y no duramos mas que una hora en el coto. Lamentándolo mucho el corzo se queda en Cervera un añito mas. Así será más grande!

En resumen, nos queda una experiencia fantástica que sin duda repetiremos, con suerte en septiembre para la berrea. Una gente espléndida que nos han tratado como familia en un lugar de ensueño, a una hora de Santander a otra de Ribera del Duero. Caza, pesca, buena comida buena, bebida, que mas se puede pedir¿??¿ que se repita por supuesto!!

No hace falta comentar que a la vuelta a D. Alberto le entró sueño a la hora del Ángelus!

Muchas gracias y un fuerte abrazo a todos.

 

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